CD Rezando el Santo Rosario
  
Jueves, 06/04/2017
Introducción:
Querida amiga, querido amigo:
María Santísima, nuestra Mamá del Cielo, siempre nos ha pedido, en sus numerosas revelaciones, que recemos el Santo Rosario.

Ella misma se lo enseñó a Santo Domingo de Guzmán en el año 1214.

En el folleto que acompaña a este CD encontrarás algunas aclaraciones y explicaciones sobre el rezo del Santo Rosario; cómo comenzarlo, cómo está dividido, las gracias prometidas por María, etc.; junto a los textos de oraciones como las letanías que, por problema de tiempo, no se pudieron incluir en esta grabación.

Madre querida, te ofrecernos este humilde trabajo para que lo lleves con tus manos amorosas al Señor.

Nos dice María en San Nicolás:
“Hijos míos, deseo que hagáis una verdadera corona de rosarios. El Santo Rosario es el arma a la cual le teme el enemigo, es también el refugio de los que buscan alivio a sus pesares y es la puerta para entrar en mi Corazón”. (m. M. 850)
La Virgen María viene del Cielo y nos pide el Rosario.

¿Puedo quedar indiferente a su pedido?

El Rosario es una síntesis maravillosa del Evangelio que une el recitar de las principales oraciones del cristiano con la meditación de los hechos más importantes de la vida, pasión y gloria de Jesús y María. Es, a la vez, oración vocal y contemplativa.

Cuando lo reces recuerda siempre lo que dijo Jesús:
“...donde hay dos o más reunidos en mi nombre, yo estoy presente en medio de ellos”
¡Qué maravilla! Al rezar el Rosario, Jesús, y también María, estarán con nosotros.

¿Y cómo desea María que reces el Rosario?
“Sí, así se debe orar: sin prisa, meditando. Es corto todo el tiempo para glorificar a Dios, entonces, alabadlo sin descanso. ” (m. M. 760)
Sin prisa..., meditando...

San Luis María Grignion de Montfort decía que “da pena ver la prisa con que rezan el Rosario muchísimas personas. Lo hacen con asombrosa precipitación y hasta se comen una parte de las palabras. Probablemente no le hablarían así ni a la persona que menos aprecian y pretenden honrar a Jesús y María...”

Y ¿qué significa meditar los misterios?

Llevar nuestro corazón, todo nuestro ser, al lugar del misterio para contemplar lo que está sucediendo en él.

En esta grabación, Jesús y María, a partir de los mensajes de San Nicolás y de textos del Santo Evangelio te irán contando cómo vivieron ellos esos momentos y qué sintieron. Y a su vez, te ayudarán a reflexionar sobre las virtudes que pedimos y nos proponemos imitar.

Porque si queremos seguir e imitar a Jesús y a María, es fundamental saber como vivieron ellos.

Y tanto más se grabarán sus actitudes en nuestros corazones, cuanto más recemos y meditemos los misterios del Rosario.

Para que así, ante cada situación que te toque vivir, te vayas preguntando:
“¿Cómo viviría Cristo o María esta alegría,... cómo este dolor?”
Y luego te propongas: “Si ellos respondieron así, de la misma manera trataré de hacerlo yo.”
María, Madre querida, te pedimos la gracia grande de poder contemplar, “vivir” los misterios del Santo Rosario desde Tu Corazón Inmaculado, para ir aprendiendo a amar a tu Divino Hijo, a su Sagrado Corazón, como lo amas tú.

Se podría decir que el Rosario es nuestro teléfono directo con el Cielo. Siempre funciona y te comunica rápidamente con Dios.

Y no te preocupes si, a pesar de tus esfuerzos, te distraes, te cansas. María, no se distrae y no se cansa de escuchar, una y otra vez, que ruegue por nosotros, pecadores.

Tal vez pienses: “Pero, cuando rezamos el Rosario ¡repetimos siempre lo mismo!”

¿Y no se dicen siempre lo mismo los que se quieren?

¿No será que no le encuentras sentido a tu Rosario porque sólo “repites” las oraciones mientras tus pensamientos están lejos de Dios?

María nos llama a todos a rezarlo y no olvides que la familia que reza unida, permanece unida.

Por eso, como nos pide María, rézalo diariamente (m. 285 y 1505), teniendo en tus manos un Rosario bendecido (m. 1248), desgranando sus cuentas con verdadero fervor cristiano (m. 1448), volcando en él todos tus dolores, necesidades y súplicas (m. 465), rezando con el corazón.

Seguirás así el verdadero Camino; Camino de conversión que le dará un nuevo y maravilloso sentido a tu vida y donde sentirás la misericordia de tu Padre del Cielo aliviando la carga de tus cruces.
“Responded a Mí pedido. Rezad el Santo Rosario, sea ésta una amorosa respuesta a la Madre.” (m. J. 1531)
SANTO ROSARIO
Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos líbranos Señor, Dios nuestro.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Invocamos al Espíritu Santo:
“Ven Espíritu Santo, ven por medio de la poderosa intercesión del Corazón Inmaculado de María, tu amadísima Esposa.”
Pedimos humildemente perdón al Señor por nuestros pecados:
Pésame, Dios mío, me arrepiento de todo corazón de haberos ofendido. Pésame por el infierno que merecí y por el cielo que perdí. Pero mucho más me pesa porque pecando ofendí a un Dios tan bueno y tan grande como Vos. Antes querría haber muerto que haberos ofendido y propongo firmemente no pecar más y evitar todas las ocasiones próximas de pecado. Amén.
Misterios Gozosos

Misterios que nos hablan de la encarnación de Jesús, su nacimiento, su infancia, la gran noticia que Dios se hizo hombre y habitó entre nosotros.
“Quiero que mediten con las palabras de esta Madre, los misterios gozosos, para que luego, enriquecido el espíritu, quede también fortalecido con la oración.” (m. M. 1342)
Primer Misterio: La Anunciación
En San Nicolás nos cuenta María:
«Nunca como ese día en que me fue Anunciado por el Ángel Gabriel, que por medio del Espíritu Santo, sería Madre del Hijo de Dios, había Yo experimentado semejante gozo. No entendía, pero Mi fe, Mi gran fe, me hizo pronunciar el Sí de inmediato.” (m. M. 1342)
Madre, que yo también le diga siempre sí a Jesús y que sea como vos, pequeño, humilde de corazón.
“Oren, hijos míos: para que la humildad sea un gran tesoro en vuestros corazones.” (m. M. 1787)
“Id por el camino de la humildad y encontraréis a Dios.”
Y Jesús nos dice en el Evangelio:
“El que quiera ser grande, que se haga servidor de ustedes, y el que quiera ser el primero que se haga servidor de todos. Porque el mismo Hijo del hombre, no vino para ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate por una multitud”. (Mc. 10, 43-45)
Luego del Padre Nuestro y mientras rezas las Ave Marías entra en la Casita de Nazareth y contempla la dicha del Corazón de María ante el Anuncio del Ángel.

Oración: Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías y un Gloria.

Segundo Misterio: La Visitación
María parte presurosa a visitar a su prima Isabel que se encontraba esperando a Juan el Precursor en su sexto mes.
“Isabel que por gracia de Dios, estaba esperando un hijo: la que me llamó Bendita entre las mujeres; así me siguen llamando y lo seguirán haciendo por la eternidad”. (m. M. 1342)
María, que yo también esté siempre listo para ayudar a mis hermanos en todas sus necesidades materiales y espirituales.
“Digo a todos mis hijos: Oren por la caridad mutua; hay en el mundo poca caridad y mucho egoísmo".

Es deber del cristiano, estar al servicio del hermano.

Caridad, es perdonar al que ofende, es bendecir al que maldice.

“El que tiene caridad, ama al prójimo y quien ama al prójimo, ama a Dios.” (m. M. 1533)

“Los justos le responderán: “Señor, cuando te vimos hambriento, y te dimos de comer; sediento, y te dimos de beber? Cuando te vimos de paso, y te alojamos; desnudo y te vestimos? Cuándo te vimos enfermo o preso, y fuimos a verte?”. Y el Rey les responderá: “Les aseguro que cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo”. (Mt. 25, 37-40)
Comparte con el Corazón de María la alegría de ayudar a Isabel y de alabar a Dios.

Oración: Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías y un Gloria


Tercer Misterio: El Nacimiento de Jesús
Jesús nace en el pobre pesebre de Belén, porque no hubo lugar para ellos en la posada.
“Después de pasar largas horas pidiendo amparo, llegamos con José, hasta aquel establo y allí, en esa noche tan fría, nació Jesús, muy pobremente, pero abrigado con mi calor de Madre”. (m. M. 1342)
María, enséñame a amar a Jesús y a tener siempre, para Él, el mejor lugar para Jesús en la pobre posada de mi corazón.
“Hijos míos, preparaos para recibir a Mi Niño, haciendo de vuestros corazones, pesebres, donde Mi Hijo sea acunado con amor.” (m. M. 1572)
El ángel dijo a los pastores:
“No teman porque les traigo una buena noticia, una gran alegría para todo el pueblo. Hoy, en la ciudad de David, les ha nacido un Salvador, que es el Mesías el Señor.” (Lc 2, 10-11)
Vive, junto a la alegría de San José y los pastores, la del Corazón de María al tener a Jesús en sus brazos.

Oración: Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías y un Gloria.

Cuarto Misterio: La presentación
Como ordenaba la Ley de Moisés, al cumplirse los 40 días, María y José llevaron al Niño Jesús al Templo de Jerusalén para consagrarlo al Señor.
“Allí estaba Simeón, quien me profetizó que una espada atravesaría Mi Corazón”. (m. M. 1342)
María, que ame y observe siempre la ley de Dios, que me abandone en vos como niño, llévame a Jesús, conságrame a Él.
“Sois para Mí, como niños recién nacidos, que necesitan el amor de Su Madre, el calor de Su Madre y el alimento de Su Madre.
Os conduciré y os ayudaré a crecer en el Amor al Señor, sólo os pido, dejaos guiar. Gloria a Dios.” (m. M. 743)
El primer mandamiento es:
...amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma, con todo tu espíritu y con todas tus fuerzas. El segundo es: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.” (Mc. 12,29-31)
Contempla la ternura de la Sagrada Familia al presentarse en el Templo.

Oración: Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías y un Gloria.

Quinto Misterio: Jesús hallado después de creerlo perdido.
Después de buscarlo tres días, María y José lo encuentran en el Templo de Jerusalén.
“Lo hallamos predicando entre los Doctores de la Ley, la Palabra de Su Padre. Era ya a los doce años, Su más grande y Fiel Predicador.” (m. M. 1342)
María, llévame de tu mano para que no me pierda más.
“Dejaos encontrar por Mí, dejaos conducir por Mí, dejaos purificar por Mí. Bendito sea el Santísimo.” (m. J. 1089)
“Mis ovejas escuchan mi voz, yo las conozco y ellas me siguen. Yo les doy Vida eterna: ellas no perecerán jamás y nadie las arrebatará de mis manos” (Jn. 10, 27-28)
Contempla la felicidad de los corazones de María y José al encontrar a su Hijo en el Templo.

Oración: Un Padre Nuestro. Diez Ave Marías y un Gloria.

Rezamos por las intenciones del Santo Padre:
Padre Nuestro, tres Ave Marías y un Gloria.

Nos consagramos a María:
Oh Madre, quiero consagrarme a Ti.
Virgen María hoy consagro mi vida a Ti.
Siento necesidad constante de tu presencia en mi vida.
Para que me protejas, me guíes y me consueles.
Sé que en Ti mi alma encontrará reposo
y la angustia en mí no entrará,
mi derrota se convertirá en victoria,
Mi fatiga en Ti fortaleza es. Amén.” (m. 275)
Fin de los misterios Gozosos
Hacemos la profesión de nuestra Fe rezando el Credo.

SANTO ROSARIO
Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos líbranos Señor, Dios nuestro.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Invocamos al Espíritu Santo:
“Ven Espíritu Santo, ven por medio de la poderosa intercesión del Corazón Inmaculado de María, tu amadísima Esposa.”
Pedimos humildemente perdón al Señor por nuestros pecados:
Pésame, Dios mío, me arrepiento de todo corazón de haberos ofendido. Pésame por el infierno que merecí y por el cielo que perdí. Pero mucho más me pesa porque pecando ofendí a un Dios tan bueno y tan grande como Vos. Antes querría haber muerto que haberos ofendido y propongo firmemente no pecar más y evitar todas las ocasiones próximas de pecado. Amén.
Misterios Luminosos

Jesús es la luz del mundo. Así nos lo dice Juan en el primer capítulo de su Evangelio (1, 1-18):
"Al principio existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. Al principio estaba junto a Dios. Todas las cosas fueron hechas por medio de la Palabra y sin ella no se hizo nada de todo lo que existe. En ella estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la percibie­ron. Apareció un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan. Vino como testigo, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio de él. El no era la luz, sino el testigo de la luz. La Palabra era la luz verdadera que, al venir a este mundo, ilumina a todo hombre. Ella estaba en el mundo, y el mundo fue hecho por medio de ella, y el mundo no la conoció. Vino a los suyos, y los suyos no la recibieron. Pero a todos los que la recibieron, a los que creen en su Nombre, les dio el poder de llegar a ser hijos de Dios".
Los misterios luminosos nos recuerdan los momentos particularmente significativos de la vida pública de Jesús, desde Su Bautismo hasta la Ultima Cena, donde mostrándonos su inmenso Amor, nos ofrece su Cuerpo y su Sangre. El Papa Juan Pablo II consideró oportuno incorporarlos para que el Rosario sea más plenamente un compendio del Evangelio, resaltando su carácter cristológico, introduciéndonos así en la profundidad del Sagrado Corazón de Jesús, abismo de gozo, luz, dolor y gloria.
“...Hoy la llama de mi corazón se aviva, brilla con más intensidad. El Papa, el manso, el bueno, deja que la Santísima Trinidad obre en él para gloria de Dios. Yo lo conduzco por el sendero imborrable.” (1149)
Primer Misterio: El Bautismo de Jesús
Juan El Bautista se presentó proclamando un bautismo de conversión para el perdón de los pecados. Él era el mensajero anunciado, que preparaba el camino del Señor.

Y Jesús fue bautizado por Juan en el Jordán.

Y al salir del agua, vio que los cielos se abrían y que el Espíritu Santo descendía sobre él como una paloma; y una voz desde el cielo dijo:
“Tú eres mi Hijo muy querido, en ti tengo puesta toda mi predilección.”(Mc. 1; 10-11)
María, ayúdame a tener un corazón puro; manso y humilde como el de Jesús.
¡Mi querida hija: Dios derrama tanto Amor en sus hijos!

Yo espero que los hijos amen al Padre, que sigan las huellas del Hijo y glorifiquen al Espíritu Santo.

Que tengan puros sus corazones, que dejen que esta Madre los purifique.
Bendito sea el Señor. (m. M. 1324)
Y Jesús nos dice en el Evangelio:
“Te aseguro que el que no nace del agua y del Espíritu no puede entrar en el Reino de Dios.
Lo que nace de la carne es carne, lo que nace del Espíritu es espíritu.” (Jn. 3; 5 y 6)
Acompaña a Jesús al Jordán. Contempla la humildad de su Corazón. Él, sin mancha, se hace bautizar por Juan.

Oración: Un Padre Nuestro, diez Ave Marías y un Gloria.

Segundo Misterio: Las Bodas de Caná
Se celebraban unas bodas en Caná de Galilea, y María estaba allí. “Y como faltaba vino, la madre de Jesús le dijo:
“No tienen vino”.
Jesús le respondió:
“Mujer, ¿qué tenemos que ver nosotros? Mi hora no ha llegado todavía”.
Pero su Madre dijo a los sirvientes:
“Hagan todo lo que Él les diga...” (Jn. 2; 1-5)
Y Jesús transformó el agua en vino.

Madre querida, que responda con amor a todo lo que Jesús me pide.
En estos tiempos de grandes confusiones y tan poca Luz en las almas, Mi Purísima Luz, será la que os guíe en medio de tanta oscuridad.

Muchos son los que no admiten que la Madre, es la Mediadora ante el Hijo; muchos se resisten ir al Hijo, por medio de la Madre...” (m. M. 1571)

...“Abandonaos en la Madre de Cristo; sed humildes y seréis llevados hacia la Luz. Gloria a Dios.” (m. M. 1777)

“Lo que es imposible para los hombres, es posible para Dios.” (Lc. 18;27)

“Yo soy la luz, y he venido al mundo para que todo el que crea en mí no permanezca en las tinieblas.”(Jn. 12; 46)
Comparte la alegría de María en las bodas de Caná. Contempla al Señor manifestando Su Poder y Su Gloria.

Oración: Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías y un Gloria.

Tercer Misterio: El Anuncio del Reino de Dios
Jesús se dirigió a Galilea. Allí proclamaba la Buena Noticia de Dios, diciendo:
“El tiempo se ha cumplido: el Reino de Dios está cerca. Conviértanse y crean en la Buena Noticia”. (Mc. 1; 14-15)
María, pídele al Señor que encienda en mi corazón la llama del Amor, para poder así vivir y transmitir fielmente sus enseñanzas.
“Convertíos desde hoy; que vuestra respuesta a este llamado sea un Sí, dicho desde lo más profundo de vuestro corazón; Mi Corazón lo espera.
Hijos míos: Sed pequeños y confiados como La Madre y experimentaréis el gozo de ser verdaderos hijos del Padre. Amén, Amén.” (m. M. 1381)
“No son los sanos los que tienen necesidad del médico, sino los enfermos. Yo no he venido a llamar a los justos sino a los pecadores.” (Mc. 2; 17)
“Si ustedes permanecen fieles a mi palabra, serán verdaderamente mis discípulos: conocerán la verdad y la verdad los hará libres.” (Jn. 8; 31-32)
“No son ustedes los que me eligieron a mí, sino yo el que los elegí a ustedes, y los destiné para que vayan y den fruto, y ese fruto sea duradero.” (Jn. 15; 16)
Responde al llamado que desde Galilea te hace Jesús hoy:
¡conviértete!.., ¡sígueme!.., ! sé pescador de hombres..!
Oración: Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías y un Gloria.

Cuarto Misterio: La Transfiguración de Jesús
Jesús tomó a Pedro, Juan y Santiago, y subió a la montaña para orar. Mientras oraba, su rostro cambió de aspecto y sus vestiduras se volvieron de una blancura deslumbrante...

Desde la nube se oyó entonces una voz que decía:
Éste es mi Hijo, el Elegido, escúchenlo.” (Lc. 9; 28-29 y 35)
Madre querida, que la Luz de Cristo brille en mi, y pueda así irradiarla a los demás.
“Hijos míos, escuchad a Cristo Jesús, Él anuncia su promesa. Vestid de gala, no de harapos. Si estáis con el Señor ya estáis vestidos como El os pide. Cumplid con mi Hijo y me gloriaré en vosotros. “(41)

“...nunca la oscuridad podrá opacar el brillo de la Luz que, con el tiempo, se está perfilando cada vez más y con mayor intensidad. Sea alabado Jesucristo por la eternidad.” (m. M. 1166)

“Ustedes son la luz del mundo.”

“... no se enciende una lámpara para meterla debajo de un cajón, sino que se la pone sobre el candelero para que ilumine a todos los que están en la casa. Así debe brillar ante los ojos de los hombres la luz que hay en ustedes, a fin de que ellos vean sus buenas obras y glorifiquen al Padre que está en el cielo.” (Mt. 5; 14, 15 y 16)
Asciende con María al monte de la Transfiguración. Déjate envolver por la Luz de Cristo. Escúchalo, como te pide Nuestro Padre del Cielo.

Oración: Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías y un Gloria.

Quinto Misterio: La Institución de la Eucaristía
“Mientras comían, Jesús tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo:
“Tomen y coman, esto es mi Cuerpo.”
Después tomó una copa, dio gracias y se la entregó, diciendo:
“Beban todos de ella, porque ésta es mi Sangre, la Sangre de la Alianza, que se derrama por muchos para la remisión de los pecados...” (Mt. 26, 26-28)
Madre, que agradezca siempre a Jesús por este maravilloso Sacramento de Amor y por las gracias que a través del mismo se derraman.
“Adorad el Cuerpo y la Sangre de mi Hijo, en el Santísimo Sacramento del Altar.

Maravilloso Misterio, que no todos comprenden.

Maravilloso Misterio de Amor, ofrecido diariamente, en la Santa Eucaristía...

...Debe el alma, acercarse a Cristo; debe el alma, unirse diariamente a Cristo y nada mejor, que por medio de la Santa Comunión. Alimento del alma, para la Vida. Gloria a Dios...” (m. M. 1511)

“Yo soy el pan de Vida.
El que viene a mí jamás tendrá hambre;
El que cree en mí jamás tendrá sed.”. (Jn. 6, 35)

“El que come mi carne y bebe mi sangre tiene Vida eterna.
Y yo lo resucitaré en el último día.” (Jn. 6, 54)
Vive con Jesús la Última Cena. Contempla su entrega total. Revívela con gran fervor en cada Eucaristía.

Oración: Un Padre Nuestro. Diez Ave Marías y un Gloria.

Rezamos por las intenciones del Santo Padre:
Padre Nuestro, tres Ave Marías y un Gloria.

Nos consagramos a María:
Oh Madre, quiero consagrarme a Ti.
Virgen María hoy consagro mi vida a Ti.
Siento necesidad constante de tu presencia en mi vida.
Para que me protejas, me guíes y me consueles.
Sé que en Ti mi alma encontrará reposo
y la angustia en mí no entrará,
mi derrota se convertirá en victoria,
Mi fatiga en Ti fortaleza es. Amén.” (m. 275)
Fin de los misterios Luminosos
Hacemos la profesión de nuestra Fe rezando el Credo.

SANTO ROSARIO
[Cancíón: Rezad tu Santo Rosario con el corazón]
Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos líbranos Señor, Dios nuestro.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Invocamos al Espíritu Santo:
“Ven Espíritu Santo, ven por medio de la poderosa intercesión del Corazón Inmaculado de María, tu amadísima Esposa.”
Pedimos humildemente perdón al Señor por nuestros pecados:
Pésame, Dios mío, me arrepiento de todo corazón de haberos ofendido. Pésame por el infierno que merecí y por el cielo que perdí. Pero mucho más me pesa porque pecando ofendí a un Dios tan bueno y tan grande como Vos. Antes querría haber muerto que haberos ofendido y propongo firmemente no pecar más y evitar todas las ocasiones próximas de pecado. Amén.
Misterios Dolorosos

Misterios que nos recuerdan todo lo que sufrió Jesús por nosotros, que nos ayudan a enfrentar en nuestra vida los momentos de dolor, que nos hablan que Jesús, antes de expirar, nos dejó a su Madre como Madre como madre.
“Hijos míos: Al rezar hoy los misterios dolorosos del Santo Rosario, meditad cada misterio, comprenderéis así el dolor de mi Hijo y su muerte en la Cruz, el por qué de mi dolor y mi preocupación por vuestra vida terrena. Como Madre, es inevitable que me preocupe por vosotros mis débiles hijos, quiero que sepáis que ante vuestra debilidad, crece mi Amor” (m. M. 937)
Primer Misterio: La oración de Jesús en el Huerto
La noche antes de su muerte, Jesús sube al Monte de los Olivos:
“Jesús oraba esperando su momento, esperando como el más manso y fiel cordero”. (m. M. 1235)
Y dice:
“Padre, todo te es posible: aleja de mí este cáliz, pero que no se haga mi voluntad, sino la tuya.” (Mc. 14,36)
Y lleno de tristeza, al ver a sus discípulos dormidos, dijo a Pedro:
“No has podido quedarte despierto ni siquiera una hora.” (Mc. 14, 37)
Y en San Nicolás nos dice y pide:
“Hoy estoy en cada Sagrario; Mi Cuerpo quiere ser Adorado allí y en cada Sacrificio Eucarístico.” (M. J. 1955)
María, que haga de la oración mi compañía, me pase muchas horas, bien despierto, amando y adorando a Jesús, frente al Sagrario, donde al igual que en Getsemaní, está tantas veces solo, abandonado.
“Pidan y se les dará, busquen y encontrarán; llamen y se les abrirá. Porque todo el que pide, recibe; el que busca encuentra; y al que llama se le abrirá.” (Mt. 7, 78)
Por qué no entras ahora con Jesús al Huerto de Getsemaní? Déjate abrazar por Él y sentir así todo el dolor de Su Corazón.

Oración: Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías y un Gloria.

Segundo Misterio: La flagelación de Jesús
El pueblo pide a Pilatos la libertad de Barrabás y la condena de Jesús.
“Fue flagelado: los latigazos, le fueron quemando el cuerpo, hasta lastimarlo y sangrarlo. ¡Era el comienzo!”. (m. M. 1235)
“A pesar de los agravios, todo lo acepté por Amor”. (m. J. 1599)
Madre querida, que aprenda a sufrir sin quejarme y a ofrecer mis dolores por la conversión de los pecadores.
“Frecuentemente veo la debilidad ante el sufrimiento, mas, Yo pregunto ¿Quién como Cristo, sufrió tan grandemente? (m. M. 1604)
“Felices ustedes, cuando sean insultados y perseguidos; y cuando se los calumnie en toda forma a causa de mí. Alégrense y regocíjense entonces, porque ustedes tendrán una gran recompensa en el Cielo.” (Mt. 5, 11-12)
Contempla las terribles heridas de Jesús. Está esperando que las cures con tu amor.

Oración: Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías y un Gloria.

Tercer Misterio: La coronación de espinas
“Las espinas: Le fueron colocadas despaciosamente, ya que así sufriría más, porque iban introduciéndose en su cabeza, tocándole hasta los huesos”. (m. M. 1235)
“Seguían las burlas, el escarnio y Yo, padeciendo por Amor”. (m. J. 1599)
María, que sepa aceptar con paciencia todas las humillaciones y haga muchos sacrificios para reparar el dolor del Corazón de Jesús.
“Me dirijo a todos mis hijos; El Sagrado Corazón de Mi Hijo, quiere ser consolado; mucho Amor hay en Él.

Sed conscientes del Gran Amor de Jesús; sed conscientes de que ha llegado la hora en que los agravios a Su Corazón, deben ser reparados.”(m. M. 1666)
“Vengan a mí todos los que están afligidos y agobiados, y yo los aliviaré. Carguen sobre ustedes mi yugo y aprendan de mí, porque soy paciente y humilde de corazón, y así encontrarán alivio. Porque mi yugo es suave y mi carga liviana.” (Mt. 11, 28-30)
Dijo Pilatos: “He aquí el Hombre”. Sí, el hombre de los dolores. Contempla sus heridas. Por ellas hemos sido sanados.

Oración: Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías y un Gloria.

Cuarto Misterio: Jesús camino al calvario
“En su marcha hacia el Gólgota Mi Hijo, caminaba tremendamente agotado, casi desfalleciente con el madero. Ya al comenzar la marcha, se le incrustó en Su hombro derecho, produciéndole una profunda herida y la más dolorosa hasta ese momento”. (m. M. 1235)
“Me apedreaban; en cada caída pedía a mi Padre perdonara a los que proferían contra Mí”. (m. J. 1599)
María, que aprenda a aceptar y amar mis cruces.
“El Señor ha preparado, a cada uno, su camino. Una verdad muy grande es que en cada camino espera, una cruz y es, esa misma cruz, la que se debe llevar con amor y ofreciéndola al Señor.” (m. M. 1241)
“Comprended que Él quiere llegar a vosotros, os quiere consolar, os quiere hacer ver que no hay cruz sin dolor. Poned vuestro hombro a esa cruz que os toca llevar y encontraréis que, junto a esa cruz, está Cristo Jesús para aliviaros.” (m. 518)
“En la Cruz, se convierte, la muerte en Vida.” (m. J. 822)
“El que quiera venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz cada día y me siga.” (Lc. 9, 23-24)
Acompaña a Jesús camino al Calvario. Contempla su Corazón: está palpitando de amor y de perdón.

Oración: Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías y un Gloria.

Quinto Misterio: Jesús muere en la cruz
“Finalmente fue crucificado: Su boca clamaba a Su Padre, no tanto por Él, sino por los hombres, por la miseria humana que lo rodeaba.” (m. M. 1235)
“Ya mis fuerzas se agotaban y Mi Amor crecía; Mi Cuerpo sentía el frío de la muerte y al mismo tiempo, la Voluntad de Mi Padre se cumplía.” (m. J. 1599)
“Hijos míos: Pido que acompañéis a Jesús en su cruz y a Mí, como Madre dolorosa.

Jesús, el Santo de mi Corazón, junto al pie de la Cruz, dispuso que fuera, Madre de todos los hombres.

Bendito sea el Cordero de Dios.” (m. M. 821)
María, ¡quiero que seas mi Madre!, ¡es la voluntad de tu Hijo!, ¡también la mía!

Al ver a la madre y cerca de ella al discípulo a quien él amaba, Jesús le dijo:
“Mujer, aquí tienes a tu hijo”.
Luego dijo al discípulo:
“Aquí tienes a tu madre”.
Y desde aquel momento, el discípulo la recibió en su casa. (Jn. 19, 25-27)

Con Juan, acompaña a María y contempla a Jesús crucificado.

Oración: Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías y un Gloria.

Rezamos por las intenciones del Santo Padre:
Padre Nuestro, tres Ave Marías y un Gloria.

Nos consagramos a María:
Oh Madre, quiero consagrarme a Ti.
Virgen María hoy consagro mi vida a Ti.
Siento necesidad constante de tu presencia en mi vida.
Para que me protejas, me guíes y me consueles.
Sé que en Ti mi alma encontrará reposo
y la angustia en mí no entrará,
mi derrota se convertirá en victoria,
Mi fatiga en Ti fortaleza es. Amén.” (m. 275)
Fin de los misterios Dolorosos
Hacemos la profesión de nuestra Fe rezando el Credo.

SANTO ROSARIO
[Cancíón: Rezad tu Santo Rosario con el corazón]
Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos líbranos Señor, Dios nuestro.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Invocamos al Espíritu Santo:
“Ven Espíritu Santo, ven por medio de la poderosa intercesión del Corazón Inmaculado de María, tu amadísima Esposa.”
Pedimos humildemente perdón al Señor por nuestros pecados:
Pésame, Dios mío, me arrepiento de todo corazón de haberos ofendido. Pésame por el infierno que merecí y por el cielo que perdí. Pero mucho más me pesa porque pecando ofendí a un Dios tan bueno y tan grande como Vos. Antes querría haber muerto que haberos ofendido y propongo firmemente no pecar más y evitar todas las ocasiones próximas de pecado. Amén.
Misterios Gloriosos

Misterios que nos recuerdan que estamos de paso en este mundo, que nos hablan de fe, de esperanza, de que somos amados inmensamente por Dios.

Primer Misterio: La Resurrección de Jesús
“Muy grande fue Mi sufrimiento, el día de la Crucifixión de Mi Hijo, pero más grande aún, fue la emoción de Su Resurrección. El ya lo había anunciado a sus discípulos. Yo esperaba, porque sabía que resucitaría; jamás dudé de ese anuncio...” (m. M. 1479)
María, que frecuente el sacramento de la Reconciliación, donde Jesús, la Divina Misericordia, me espera para perdonarme y sanarme.
“A mis hijos les digo: Estos días son propicios para abrir el corazón al Señor.
Aprovechadlos para confesaros y arrepentiros de toda mala acción, y poder encontrar en Cristo una nueva vida” (m. M. 325)
“Sí, Dios amó tanto al mundo, que entregó a su Hijo único para que todo el que cree en él no muera, sino que tenga Vida eterna.” (Jn. 3,16)
“Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí, aunque muera, vivirá; y todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás. ¿Crees esto?” (Jn. 11,25-26)
Por qué mientras rezas, no vives con María, la alegría que sintió su Corazón al encontrarse con su Hijo resucitado!

Oración: Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías y un Gloria.

Segundo Misterio: La Ascensión de Jesús
A los cuarenta días de Su Resurrección, estando con María y los discípulos, Jesús se eleva al cielo hasta desaparecer.
“Mi Hijo está en Cuerpo y Alma en el Cielo y desde allí, observa los corazones y penetra en ellos, para luego obrar según Sus designios”. (m. M. 1479)
Gracias Señor, por quedarte con nosotros en la Santa Eucaristía.

María, que viva en una permanente comunión con Jesús.
“Soy la Madre que quiere a los hijos, en Su Casa, porque Soy, Madre de la Iglesia.”
“Digo a todos mis hijos: Id al encuentro de Jesús, en la Eucaristía; con amor, recibiéndolo dignamente.” (m. M. 1656)
En la Santa Misa, no sólo se recibe el Cuerpo y la Sangre de Cristo simbólicamente, Cristo Jesús está presente y se ofrece verdaderamente.
“Que todos mis hijos vean en la Comunión al Salvador, que sientan esa íntima comunicación con Cristo y que Cristo entra en ellos.” (m. M. 582)
“Yo soy el pan de vida...” (Jn. 6,35)
“Vayan, y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a cumplir todo lo que yo les he mandado. Y yo estaré siempre con ustedes hasta el fin del mundo.” (Mt. 28, 19-20)
Contempla a Jesús ascendiendo a los Cielos y quedándose, por amor a nosotros, en la Eucaristía.

Oración: Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías y un Gloria.

Tercer Misterio: La venida del Espíritu Santo
“El Espíritu Santo descendió estando Yo en oración con los Apóstoles y el Espíritu fortaleció los espíritus”. (m. M. 1479)
María te pido la fuerza del Espíritu Santo para llevar el Evangelio a mis hermanos y su luz, para descubrir, en cada momento, lo que el Señor quiere de mí.
“Glorificad al Espíritu Santo, con alegría en el corazón, porque está Vivo hoy y siempre.
Del Espíritu procede todo don; en el Espíritu, se halla la Paz, y por el Espíritu se llega al Amor” (m. M. 1193)
“El que no me ama no es fiel a mis palabras. La palabra que ustedes oyeron no es mía, sino del Padre que me envió. Yo les digo estas cosas mientras permanezco con ustedes. Pero el Paráclito, el Espíritu Santo, que el Padre enviará en mi Nombre, les enseñará todo y les recordará todo lo que les he dicho” (Jn. 14, 2426)
Contempla admirado la venida del Espíritu Santo.

Oración: Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías y un Gloria.

Cuarto Misterio: La Asunción de María
“Fui Asunta al Cielo. También en Cuerpo y Alma, gracias a la Misericordia del Padre, al Amor del Hijo y al Poder del Espíritu Santo, y desde el Cielo, en Mi Cuerpo Glorioso, junto a Mi Hijo, intercedo ante Él, por las necesidades de los hijos”. (m. M. 1479)
María, eres la mediadora de todas las gracias, que nunca me olvide que estoy de paso en este mundo.
“Hijos míos:
¿Por qué ambicionáis tanto en esta vida?
Cuando vinisteis a ella, nada trajisteis y nada material llevaréis cuando la dejéis. Os doy mi consejo, tratad de vivir en la sabiduría, en la justicia y en el amor del Señor, enriqueceos con lo que El os regala.
Sólo las cosas de Dios son eternas, no lo olvidéis. Sea por siempre alabado el Señor.” (m. M. 802)
“No se inquieten entonces, diciendo: Qué comeremos, qué beberemos, o con qué nos vestiremos?. Son los paganos los que van detrás de estas cosas. El Padre que está en el Cielo sabe bien que ustedes las necesitan. Busquen primero el Reino de Dios y su justicia, y todo lo demás se les dará por añadidura.” (Mt. 6, 31-33)
Levanta tu mirada y contempla la inmensa alegría del Corazón de María al encontrarse con su Hijo.

Oración: Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías y un Gloria.

Quinto misterio: La coronación de María
María, la esclava del Señor, es coronada como Reina y Señora de todo lo creado.
“Soy la Madre de todo lo creado por Dios. Soy la Señora vestida de Sol, la Nueva Eva, La que llevará a los hombres a la Luz, La que hará posible que sea alcanzada por ellos, la eternidad...”. (m. M. 1479)
María, sé la Reina de mi familia, de mi trabajo, de todo. Especialmente de mi corazón. Que tenga por vos una tierna devoción.
“Mis ojos miran a todos mis hijos, Mi Corazón derrama Amor, la Madre toda es Amor; Mi presencia en estos momentos os lo está demostrando.
No habléis de desalientos ni de tristezas, guardad alegría en vuestros corazones.” (m. M. 1678 bis)
“Hijos míos: Descansad en Mi Corazón de Madre.
Que vuestro andar sea solamente de Mi mano. Nada intentéis por vuestros propios medios; hacedlo todo por medio de la Madre.
Así lo quiere el Hijo.Gloria al Señor...” (m. M. 1698)
“Que el más grande de entre ustedes se haga servidor de los otros, porque el que se ensalza será humillado, y el que se humilla será ensalzado.”(Mt. 23, 11-12)
Contempla a María, la Reina del Cielo.

¡Bendita eres María, Madre de Jesús y Madre Nuestra!

Oración: Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías y un Gloria.

Rezamos por las intenciones del Santo Padre:
Padre Nuestro, tres Ave Marías y un Gloria.

Nos consagramos a María:
Oh Madre, quiero consagrarme a Ti.
Virgen María hoy consagro mi vida a Ti.
Siento necesidad constante de tu presencia en mi vida.
Para que me protejas, me guíes y me consueles.
Sé que en Ti mi alma encontrará reposo
y la angustia en mí no entrará,
mi derrota se convertirá en victoria,
Mi fatiga en Ti fortaleza es. Amén.” (m. 275)
Fin de los misterios Gloriosos
Hacemos la profesión de nuestra Fe rezando el Credo.




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